2.2.11


Últimamente soplaba viento frío. Y a mí siempre me da por ir poco abrigada, supongo que soy confiada y pienso que no será para tanto. Pobre ilusa.

Resulta que, cuando menos te lo esperas, te quedas en bolas en mitad de la ventisca, con cara de gilipollas, mientras los que han visto la patética escena, se dan codazos entre ellos y cuchichean. Eso por ir poco abrigada. Y mira que se veía venir.

Se me pusieron los pelos de punta del frío y le miré con reproche. Meneó la cabeza, tragándose las palabras con sus mentiras, dándome a entender que ya no sería más mi (débil, fino y raído) abrigo.

Y cuando parece que no puede hacer más frío. Que el agujero en tu ego no se puede tapar ni con mil toneladas de hormigón, sin mencionar el agujero de tu corazón… llega alguien, con una sonrisa tranquila y un grueso abrigo, te lo echa por encima y te susurra que no necesitas más abrigo que el tuyo propio.

-Tranquila, pronto volverás a entrar en calor.