24.11.12

Estábamos entrelazados, hechos un ovillo en la cama, la ropa estaba esparcida por la habitación como un abanico de colores. Aún perlaba el sudor tu frente. Hacía frío y me abrazabas por la espalda, susurrándome con voz temblorosa que no me durmiera, que me salvarías de las pesadillas. Estabas totalmente desnudo, incluso tu corazón lo estaba. Nunca habías tenido tanto miedo. Te prometo que yo tampoco había estado nunca tan asustada.
Te empeñaste en que la noche pareciera eterna, siendo tan fugaz. Hablabas del invierno, de los días que morían, de los días que quiero matar contigo, y luego silencio. Y te juro que estando así, tan en paz, tan llena y a la vez tan vacía, escuchando tus sístole y tus diástole, oliendo ése aroma que sólo tú tienes, como a verano. Te juro que nunca había deseado tanto estar para siempre en algún lugar. Cerrar los ojos para verte mejor, hasta el alma, acurrucarme con la cara en tu cuello y sentir el vértigo, los colores, la luz en los orgasmos.

No te duermas.
Me hiciste salir de la cama, me ayudaste a vestirme entre palabras de cariño y me ayudaste a llevar las maletas hasta la puerta.
Caminamos entre la niebla de la mano, pero sin hablar mucho. Berlín se despedía, con luces de colores que brillaban por donde pasáramos. Era el festival de las luces. Todo para ti, princesa.

Fue como besar con cuenta atrás. Éste es el último. No, me niego, bésame un poco más... despacio, con el corazón en los labios, alárgalo hasta infinito. Pero al final, te fuiste haciendo cada vez más pequeño mientras te perdías entre maletas, gente con prisa y gente abrazándose, hasta que finalmente, desapareciste. Deseaba que reaparecieras de repente, gritando mi nombre, agarrándome, alejándome del detector de metales, del aeropuerto y del mundo. Vuelta bajo las sábanas. Vuelta a casa.

La última vez que te vi, llevabas ésa chaqueta gris que tanto me gusta. Te perdías entre la gente del aeropuerto. Miraste tres veces atrás.

Y después,
nada.

Es como anestesia permanente. Como una espera eterna.
Pero no te preocupes,

te esperaré,
tenlo por seguro,
porque no puede cansarse de esperar,
quien no se cansa de mirarte.

23.11.12

Hace frío, huele a castañas asadas,
el otoño debería ser nada más y nada menos que ésto,
pero contigo.
Desde que no te beso, en mis labios no hay más que ceniza,
a mis despertares no acompañan tus bostezos,
y en mis desayunos no hay más café con besos.

Una tristeza lejana,
que habita al otro lado,
que me espera, contando los días,
que me espera con esa sonrisa,
ésa que elegí frente a todas las demás,
aunque querernos fuera arriesgado,
porque cuando no estás me falta un pedazo de mí,
y no tengo ningún sitio donde esconderme,
donde no esté en pedazos.

Me falta esa fiesta de palabras en distintos idiomas,
tu ropa adornando el suelo de mi habitación,
ésa es mi única bandera.

No te duermas aún, así la noche no se acabará.
Así te tengo un poquito más conmigo.
No te duermas, no dejes que me duerma
porque tengo miedo que al despertar
todo haya sido un sueño
Y vuelvas a estar lejos.