Llevo mucho sin escribir. Últimamente el mundo me ha dejado
sin palabras, me las ha robado y dejado mi mente en blanco, en un estado de
permanente espera.
Un recuerdo…
El cielo estaba rojo en Berlín. Me estrechaba entre sus
brazos, sin decir ni una palabra. No las necesitábamos. Me estaba diciendo que
me quería con toda su alma. Que a veces no me comprendía, pero que encontraba
fascinantes esos pequeños detalles que le sacaban de quicio. Suspiró, y así me
dijo que por favor, por favor no le dejase. Que me quedara a su lado a pintar
cada mañana de amarillo y azul, a jugar a ser gigantes vestidos con pijamas de
rayas...
No sabía que se podía amar y echar de menos hasta con los
poros de la piel. Ni que mi cuerpo era capaz de reconocer, al primer vistazo, a
la persona con la que quiero pasar cada uno de mis días sobre éste mundo que a veces
te deja -total, increíble y maravillosamente- sin palabras.