Ya llego…
Adoro que broten esas dos palabras de tu boca. Que las susurres al auricular del móvil, mientras te espero en casa. Que las gimas contra mi cuello, entre sudor y besos. Suenan tan cerquita que casi puedo agarrarlas entre los dedos para que no escapen, porque te esperaba, te esperaba desde antes de conocerte y has tardado tanto en llegar…
Pero lo importante es que ya estás aquí, ante mi puerta. Aquí, entre mis sábanas y mis piernas. Aquí a la vera del precipicio del resto de nuestras vidas.
Y no te pienso soltar.
Has tardado tanto en llegar…