28.9.10

Yo la letra y tú la música

Vamos a hacer una canción” dijiste mientras cogías la guitarra. Y Así, yo la letra y tú la música, pasamos esa tarde de domingo.

Todas las melodías traían retazos de nosotros. Nosotros… se me había olvidado esa palabra. Se me había olvidado que podía cantar y reír a la vez y el hecho de que tus dedos parecían sacar a las cuerdas sus más profundos sentimientos, sus más íntimos secretos.

Y resulta que acabó el concierto y sonó mi frase… esa que me recordaría que a pesar de todo, eres mi canción favorita.

Quédate, esta vez...
No permitas que vuelva a caer, cógeme,
llévame...
Adonde quiera que estés...

24.9.10

Who killed Summer?


Y vuelven a llegar, trayendo consigo nubarrones, gotas de lluvia y lágrimas de despedida.
Son los días que preceden al otoño, que pintan las calles de color gris, en los que te frotas los brazos al caer la noche porque tu camiseta de manga corta es ya insuficiente; que huelen a tierra mojada y a libros de texto.

A mí me ponen triste. Porque vuelve la rutina, los exámenes, el invierno... porque acabo de recibir un SMS de mi amiga desde su avión...
Y lo único que puedo hacer es quedarme tras la ventana y ver cómo la lluvia arrastra los restos del verano y se lleva un pedazo de mi alegría con cada gota.

Pero se pasa... todo se pasa.

14.9.10

Volar


Ayer era piloto, hoy es astronauta, mañana quizá sea superhéroe. Todo está permitido, no hay límites, ni siquiera esas cuatro paredes que son su habitación son rivales para su imaginación. Sus profesiones preferidas son aquellas en las que puede surcar el cielo. También le fascinan los pájaros, tiene como mascota un bonito ruiseñor que su padre encontró herido en el jardín y él lo adoptó hasta que sanó, pero no se vio capaz de dejar ir a su único amigo.
A veces sale al jardín, con su ruiseñor en la jaula y la deja sobre el banco, donde se sube y salta mientras mueve los brazos con fuerza, pero nunca consigue volar. Pregunta al ruiseñor su secreto, pero cree que éste no se lo desvela porque se le olvidó cómo volar, y por eso se hirió al caer desde el cielo.
Hasta que un día fue a visitar a su primo al campo, donde corrieron toda la tarde por la verde campiña hasta el río. Al correr cuesta abajo, con las piernas descontroladas por la velocidad y la emoción, se sintió tan libre que creyó que volaba. En su casa de la ciudad nunca había podido correr así. Saltó y movió los brazos. Vio sus pies alejarse del suelo y cientos de pájaros a su alrededor emprendieron el vuelo, al notar la presencia del niño. Cayó al suelo, riéndose tanto que su primo se contagió, y se dejó caer a su lado, riendo sin poder parar.
Se raspó el codo un poco, pero no le importó. Cuando llegó a casa, abrió la jaula de su ruiseñor y le dejó volar por la habitación. Se maravilló al ver que su amigo recordaba cómo volar. Luego abrió la ventana y el pájaro se posó en el alféizar, sin llegar a marcharse.

-Perdona por impedirte volar. Vete y no te preocupes, nos veremos por el cielo. Te prometo que de mayor seré piloto.

Y, simplemente, sonrió al ver a su amigo perderse poco a poco entre las nubes.

10.9.10

Aquella vieja casa


La última vez que pisé sus baldosas blancas, mis pies tenían al menos cinco tallas menos. En esa casa todo sigue igual, como si el tiempo se hubiese detenido en una época ya lejana al no poder traspasar los muros de piedra, dejando intacta esa fortaleza de recuerdos.
Las fotos en blanco y negro sobre la chimenea, y algunas a color, como aquella que mostraba a esa niña de ojos negros sosteniendo a un bebé rubito. Y a su lado, la de una hermosa joven, casi niña, que siempre me costaba identificar como mi madre.

Cada rincón es un recuerdo de niñez, la planta superior, con sus oscuros recovecos era fuente de inspiración para mis aventuras durante el día, por la noche lo era para mis miedos. Estaba convencida de que en el desván habitaba un monstruo furioso, que golpeaba la puerta de madrugada, y que cuando algún adulto subía se ocultaba bajo los techos inclinados, y tras las cajas apiladas, que no contenían otra cosa que más recuerdos.

Ahora el muro del patio me parece demasiado bajo, y la casa en general, mucho más vieja, como cansada de su propia memoria. Esas paredes fueron testigo de mis primeros pasos, y de los primeros pasos de mi madre, y de mi abuela…. 
Testigo de cómo mi abuela me acunaba frente a la chimenea, en aquél sillón gris que se hundía demasiado, pero que era tan suave que nadie estaba dispuesto a tirar. De ése momento recuerdo que ella cantaba una canción que decía: “Y en la arena, he dejado mi barca, junto a ti buscaré otro mar…” Esa canción me ponía muy triste, pero nunca se lo decía. Sólo la agarraba fuerte y le hacía prometer que se quedaría siempre conmigo.
En aquella casa, todo sigue igual, los recuerdos congelados como fotografías en blanco y negro, y junto a ellos, los monstruos y canciones de mi niñez.

7.9.10

Horizonte


Tienes la vida en los labios y el mundo a tus pies. Simplemente mira al frente, hasta donde la vista ya no te llegue y señala un punto en el horizonte. Ésa será tu meta. El horizonte.
Coge un poco de ganas y un puñado de ilusión, mételas en una mochila y ponte en camino. No hay prisa, puedes pararte a disfrutar del paisaje cuanto quieras, pero ten cuidado de no perderte. Recuerda que tu meta te espera.

que puede ser difícil, pero tengo plena confianza en ti y sé que no abandonarás. Hablando de abandonar... ¿Te recordé echar en la mochila tiritas y gasas? Las necesitarás por si tropiezas y caes. Tranquilo que todos nos hemos dado algún que otro coscorrón, pero el dolor, créeme, se pasa.

Sé que tarde o temprano llegarás, y que cuando pongas los pies en ese punto exacto que señalaste te sentirás eufórico, orgulloso de ti mismo, tan orgulloso que creerás haber crecido de golpe varios centímetros y sentirás que si estiras un poco los brazos, rozarás el cielo con la yema de los dedos.

También sé que en algún momento levantarás la vista y mirarás ante ti. Y lo que verás hará que te sientas encoger de nuevo. Horizonte. Vasto, infinito horizonte.

Puede que te enfades conmigo por no haberte avisado antes de comenzar el viaje, pero has de comprender que en eso consiste esto. Ir de horizonte en horizonte, de meta en meta, crecer y aprender, recorrer mil senderos y compartirlos con otros, contemplar millones paisajes, caer y levantarse cientos de veces. Vivir.

Ante ti se extiende el mundo, pero si miras atrás sólo verás tus huellas en la arena del sendero que te trajo hasta aquí.

6.9.10

Me encanta



Me encanta discutir contigo.
Me encanta gritarte, que me grites,
Echarte en cara que ayer no me llamaste,
Caminar por la calle cinco metros por delante de ti,
o por la acera de enfrente.
Me encanta quejarme del poco caso que me haces
cuando estás con tus amigos,
y que vuelvas a gritarme, y yo vuelva a gritarte.
Me encanta, porque sé que en cualquier momento,
Me cerrarás el pico con un beso.

5.9.10

En un esfuerzo por lograr que la gente mire más en los ojos de los demás, y también para apaciguar los silencios, el Gobierno ha decidido adjudicar a cada persona exactamente ciento sesenta y siete palabras por día.
Cuando suena el teléfono, lo pongo en mi oído sin saludar. En el restaurante, señalo la sopa de pollo con fideos. Me estoy adaptando bien a la nueva norma.

Tarde en la noche, llamo a mi amante que está lejos, con orgullo le digo que sólo he gastado cincuenta y nueve palabras hoy. Guardé el resto para ti.

Cuando ella no responde, sé que ha usado todas sus palabras, así que despacio le susurro Te quiero treinta y dos veces y un tercio.
Después, simplemente nos quedamos al teléfono y nos escuchamos respirar.

4.9.10

Busco...


Busco el sabor de tu boca en el filtro de un cigarro,
Busco tu sonrisa en el fondo de una jarra de cerveza,
Busco tu mirada entre mil miradas en una calle abarrotada,
Busco tu olor en cada rincón, en cada esquina busco tu risa, tu voz en cada canción.

...Te busco cada día, y cuando por fin te encuentro...

...no me atrevo ni a sonreírte.

2.9.10

Despierta y no te hagas el muerto. Sé que estás ahí, te he visto a veces. Te he sentido llegar sin avisar y mantenerme noches enteras en vela.

Venga, levántate antes de que sea demasiado tarde y me canse de esperarte. Vuelve. Vuelve para no marcharte nunca más, porque sin ti… sin ti no sé soñar.

Despierta, talento…