Cuando suena el teléfono, lo pongo en mi oído sin saludar. En el restaurante, señalo la sopa de pollo con fideos. Me estoy adaptando bien a la nueva norma.
Tarde en la noche, llamo a mi amante que está lejos, con orgullo le digo que sólo he gastado cincuenta y nueve palabras hoy. Guardé el resto para ti.
Cuando ella no responde, sé que ha usado todas sus palabras, así que despacio le susurro Te quiero treinta y dos veces y un tercio.
Después, simplemente nos quedamos al teléfono y nos escuchamos respirar.
ohhhh... que magico!!... ^^
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