5.2.13

Algún día de febrero

Supongo que sí, que es verdad que la magia existe y que sólo tienes que abrir los ojos en el momento justo para sentir su cosquilleo. Parecía como si hubieses esperado ése momento justo para aparecer por la puerta y dejar mi mundo sin palabras. Por eso mi papel se redujo a mirarte desde lejos y convertirte en tinta en mi cuaderno. A imaginar cómo sonaría tu voz cantando una de los Beatles. O a imaginarnos paseando por la nieve, de la mano.

Y si creo que la magia existe, es porque todo éso se volvió real. Y te convertiste en todas las canciones por oír, todos los bailes hasta medianoche, todos los deseos de mis estrellas fugaces, en mis sístole y mi diástole. Sólo podía sonreír por haberle encontrado.
Por fin, todo tenía sentido.
Fuiste como apostar todo lo que tengo,
sin ases en las mangas,
sin miedo a las caídas, al fuego, al mundo.
Quererte fue como cruzar la carretera en el último segundo,
cuando todas las luces están rojas.
Fue callar todas las bocas que decían peros,
para llenar las nuestras de 'Te Quieros' en diferentes idiomas,
Cerrar los ojos,
y saltar.

Y caer sobre ti,
sobre las sábanas blancas de tu cama,
abrir las ventanas y ver el cielo de Berlín,
dejar las cajas y las maletas,
ésta vez para quedarme.
Mirarte sabiendo que serás mi primera sonrisa por las mañanas,
y la última por las noches.

Que llenarás mis días de luz aunque sean nublados.

Sabiendo que antes de que te vayas,
ya te echaré de menos.

Apareciste cuando se esperaba el fin del mundo,
cuando nosotros no nos esperábamos,
será por eso que aún vivo esperando,
llenando mis días de planes vacíos,
esperando a que vuelvas.
A que llenes mis días de canciones,
de besos, de libros, de vino.

Quererte fue como firmar por tener la primavera
en los días de invierno,
por ver que sigues ahí,
cuando abra los ojos.