26.7.10


(...) Ella le tendió la mano, invitándole a continuar juntos su paseo, y él la aceptó. El cálido tacto de su piel provocó en ella un chispazo en los rescoldos apagados antaño, que se intensificaba a cada paso. Su respiración comenzó a volverse irregular, apretó la mano del extraño, quien desde hacía unos minutos mantenía la vista fija en ella. Sintió la urgente necesidad de correr, pues le ardía el cuerpo como carbón al rojo. Apretaron el paso, hasta acabar corriendo por el centro de la calle, sin soltar nunca sus manos. Él la guiaba. Ella se dejó guiar.

Él abrió la puerta de su dormitorio y la dejó entrar primero, jadeando aún. Se acercó a ella y la examinó sin despegar los labios, sólo para besarla en los suyos, despacio primero, seguidamente con la profundidad y el deleite de quien se pertenece. Quizás por soledad, por desamor, por egoísmo. Ella se dejó querer, quizás por lo mismo. Acarició el pelo de él, corto y suave, mientras sentía su lengua contra la suya y sus labios presionándole con suavidad los propios. Casi había olvidado cómo besar y la maravillosa sensación de ser uno. Mientras, él le desprendía la ropa dejando en cada punto de su piel que rozaba un intenso calor. Clavó sus dientes con suavidad en su hombro, luego en su cuello, sintiéndola desnuda, palpitante y más radiante y hermosa de lo que ella nunca estuvo en su vida, porque nunca había deseado, ni había sido deseada como aquella noche.
(...)


Otro pedacito de uno de mis relatos...

2 comentarios:

  1. isa flooor mencantaaaa. soy kien duerme en el cuartito de al ladooo jeje. tkeruu pekee!!! gatooo

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