14.8.10

¿Vienes?


Era ese preciso momento en el que la luna y el sol comparten el cielo, pero era la luna quien ganaba la partida y el frescor de la noche empezaba a colarse por las mangas de mi camiseta.
Avanzábamos todo recto, por una carretera interminable que parecía llevar a ningún lugar, y en la que no se oía ningún sonido a parte del motor y tubo de escape de su enorme moto negra, y el persistente zumbido del viento en los oídos.
Me abracé a su cálido cuerpo y recordé las palabras que susurraba apenas un par de horas antes:
-Estoy harto de todo esto, te juro que me iría ahora mismo si no te hubiera conocido...
-Pues vámonos.
-¿Lo harías? ¿Vendrías conmigo a cualquier lugar?


Sonreí a su espalda mientras le estrechaba más contra mí. Pues claro, idiota,
Iría contigo al fin del mundo.

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